jueves, 28 de octubre de 2010

pensamientos

Quiero parecerme a todas esas santas mujeres, en las que un día les ardía el corazón y solamente encontraron calma en los brazos del Señor.

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¡Amado Jesús,
amado Maestro,
déjame estar en tu presencia
mirando tus ojos llorosos por mí.

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Debí perder la conciencia
por no darme cuenta
de que era a mí
a quien llamabas.

Me distraje por el mundo,
ante vanos escarceos,
que me dejaron vacía,
que me dejaron sin aliento
y tuve que remontarme
una y otra vez
gracias a tus brazos generosos.

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No hay peor pena
que verte pasar
y no tocar
un tozo de tu manto.

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Mis lamentos
esperan tu llamada, Señor,
Mi felicidad se acerca a tu puerta
¡déjame entrar!
ue no quiero quedar
sola en las tinieblas
de mi propia oscuridad.

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Podré decirte mil y una vez
¡te quiero, Señor!
Podré separarme mil y una vez
de tu lado,
pero tú siempre me volverás
a acoger en tus brazos
como un buen Padre
hacia su hijo amado.

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Cuando llegue mi último aliento
quiero decir: ¡gracias, Padre!
por todo lo que he vivido
y, aún sin darme cuenta
he amado.

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Se que hay un gran sol para mí.
Se que sus rayos ya alcanzan mi corazón,
Se que de nuevo el calor llega a mi alma.

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Ya no diré :"me he equivoqué de camino"
ya no diré: "ésto no es para mí"
Se que ahora, junto al padre,
toda mi vida tiene un sentido.

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¡Ay, vanidad, de vanidades
que tonta eres
pensando que te haré caso!.

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Me iré al campo,
para que en el silencio
mis pensamientos se acallen
y así escuchar sus palabras de consuelo.

Estaré junto al hermano árbol,
admirar a la hermana flor,
dejarme acariciar por el sol.
Sentarme sobre la madre tierra
y recordar que yo soy su hija,
su amada hija.

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Belleza, belleza
¿Cómo fuí tan necia
de dejarte pasar
una y otra vez
si sólo tú
podías llevarme
con el?.
Y me dejé seducir
por planos inferiores
de la Tierra,
dónde me confundí
pensando que cualquier cosa
era bella.

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Y yo... conozco tu alma
conozco tu llanto
Aunque tú,
en silencio
guardes tu canto.

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